
Cuando cae la noche, y las estrellas citadinas casi ni alumbran, y el ruido parece ir mas lento, como un aire tibio que apenas sopla en verano.
se me abre el corazón y se me estrecha el alma, aveces, dejo de respirar por un segundo.
Miedo.
Fatigada, entre tal panorama indecoroso, me acuesto.
En la soledad de la noche las palabras no verbalizadas parecen un grumo de masa cruda, que me aplasta el cerebro.
Paseo entre antepasados olvidados, veo futuros imaginados.
Bajo el ojo del pesimismo.
No hay hijos, no hay familia, la vejez y la soledad se apoderaron ya de mi.
Miedo.
Ponerme en mi cuerpo de vieja, verme fracazar, no me controle lo suficiente, no tuve la mente fría, volví a querer de joven, y hoy estoy en un cuerpo aturdido, y mal herido.
Miedo.
Omití, y por eso en este futuro imaginado, bajo los ojos del pesimismo, me castigan los ángeles, los dioses y todas las vírgenes.
Miedo
Me burle, y por eso no me llegaron hijos, temían de su madre. Prefirieron otro nicho, otro nido, quizás, hoy son pajaros, los mismos que amablemente me acompañan en mi ventana de vieja que mira por la ventana, ahí se sienten mejor, me ven pero no me viven.
Miedo
No perdone...no puede hacerlo, fui muy humana.
Miedo
Olvide...era lo mas sano.
Viví.
Cuando cae la noche, se me cae mi corta vida sobre mi.